viernes, 1 de agosto de 2025

Torrecampo: torre de silencio.

 

                                                         

     Boceto de la torre de la Iglesia de 
      San Sebastián creado con IA.
                    

Al leer con detenimiento la crónica publicada en El Defensor de Córdoba el 28 de agosto de 1914, no cuesta imaginar la emoción con que el pueblo de Torrecampo vivió la reapertura de su templo parroquial. El lenguaje exaltado del artículo —fiel reflejo de su tiempo— transmite un entusiasmo colectivo que, más de un siglo después, sigue conmoviendo.

Y, sin embargo, entre las líneas del júbilo y la solemnidad, hay una ausencia que apenas se menciona y que, con el paso del tiempo, ha caído en un silencio asumido: la torre del templo no fue reconstruida completamente. La obra que permitió recuperar el uso litúrgico del edificio no llegó a culminar su arquitectura histórica.

No fue un error ni un olvido, sino una decisión práctica, quizás inevitable en su momento. Pero lo curioso es que, desde entonces, pocos han querido mirar directamente esa carencia. Como en el cuento de El traje nuevo del emperador, la comunidad prefirió contemplar lo que se había conseguido —y era mucho— sin detenerse demasiado en lo que faltaba.

Este tipo de omisiones, cuando se repiten, acaban formando parte del paisaje: la torre que no está ya no duele, ni se echa de menos, porque se ha aprendido a no nombrarla. Y, sin embargo, recordarla es también un modo de reconocer la historia completa, sin idealizaciones ni desmemorias. Porque la memoria colectiva no solo se construye con celebraciones, sino también con los silencios que decidimos romper.

Tal vez hoy, más de un siglo después, sea el momento de mirar de nuevo hacia arriba. Y preguntarnos —sin nostalgia, pero con conciencia— qué otros elementos ausentes hemos ido aprendiendo a no ver.



Vista de la Iglesia de San Sebastián 

de finales del s.XIX.

 

 Reproducimos el artículo completo de El defensor de Córdoba 28 de agosto de 1914:


“La solemne función religiosa celebrada en este pueblo en el día de ayer, 22 de agosto, con motivo de la reapertura del templo parroquial, será de grandísimo y simpático recuerdo por espacio de muchos años para todos los que hemos tenido la satisfacción de presenciarla.

Cerrada a la iglesia parroquial coma hace 7 años, por disposición del ilustrísimo señor obispo de la diócesis, a causa de su estado run ruinoso, fue trasladado el culto a la ermita de Nuestro Padre Jesús, la que por falta de capacidad, hacía poco menos que imposible que los fieles pudieran cumplir con el precepto de oír misa los domingos y días de fiesta, y que esto era causa de que este religioso pueblo sintiera vehementes deseos y general anhelo por ver terminadas las obras de reparación, que se han llevado a cabo con limosnas de los fieles y que no han omitido sacrificio por ver realizados sus deseos, devolver a dar culto a Dios en el antiguo templo, al que todos los hijos de este pueblo miramos como nuestra propia casa solariega, por haber recibido en ella las saludables aguas del bautismo, y cumplido las demás obligaciones de cristianos; por esto no es extraño que pobres y ricos hayan rivalizado en contribuir, unos con dinero y con su trabajo personal los que absolutamente carecen de recursos pecuniarios.

Hoy por fin, gracias a Dios, en el día de ayer se han visto realizadas las vehementes aspiraciones de estos fieles, que han celebrado con demostraciones de extraordinaria alegría, notándose retratada en todos los semblantes tal satisfacción de gozo, que es imposible explicar con palabras y solo se puede comprender presenciando el vivo entusiasmo que reinaba en todos los corazones; baste decir que multitud de forasteros venidos de los pueblos inmediatos a presenciar tan solemne acto, quedaron admirados de ver no solo tan grandiosa y espontánea manifestación de fe, sino también la cultura y religiosidad de estos vecinos que recuerda los mejores tiempos del cristianismo.

No quiero detenerme a referir, por no hacer demasiado larga esta crónica coma los muchos rasgos de ferviente piedad realizados por estos hijos del trabajo; baste decir que muchos de ellos hicieron derramar lágrimas de ternura que edificaban a los más indiferentes, sobre todo al salir por la puerta de la ermita de Jesús el Santísimo Sacramento y sonar los acordes de la Marcha Real, ejecutada por la banda municipal.

Deseoso el señor cura ecónomo de esta parroquia que la función revistiera el mayor esplendor, invitó a varios señores sacerdotes de los pueblos vecinos, que con su presencia prestaron mayor solemnidad a los cultos celebrados; y en efecto llegada la hora de las 9:00 h de la mañana del memorable día 22 de este mes, reunidos en la plaza de Jesús todos estos vecinos, con su dignas autoridades a la cabeza y con asistencia de las hermandades, cofradías y asociaciones con sus respectivos estandartes, se organizó la solemnísima procesión con el Santísimo Sacramento, llevado bajo palio, cuyas varas eran llevadas por los cofrades de su hermandad, recorriendo las calles más céntricas de la población, que se hallaban ricamente engalanadas con la misma pompa que en las procesiones del Santísimo Corpus.


Vista actual de la Iglesia de San Sebastián

con la torre-espadaña en primer plano.


Toda la carrera de la procesión fue un continuo desbordamiento de entusiasmo, pues apenas cesaban muy cortos momentos de dar vivas al Santísimo y a la religión católica coma que eran contestados con igual fervor.

Llegada que fue la procesión al templo parroquial, dio principio la misa, que celebró el señor cura ecónomo de esta parroquia don Santiago Calero, sirviendo en ella de diácono y subdiácono don Alfonso Lafuente y don Juan Cabrera, coadjutores de esta parroquia y asistiendo de caperos los señores curas párrocos de Pedroche y dos Torres.

El sermón estuvo a cargo del señor arcipreste de este partido don Antonio Rodríguez Blanco, que, en un hermosísimo exordio acomodado a las circunstancias, manifestó su admiración al presenciar el entusiasta fervor de estos fieles y dio gracias a Dios por haber tenido ocasión de contemplar uno de los actos religiosos que más le han edificado en su ya larga carrera sacerdotal.

Terminada la misa, en medio de un calor sofocante coma por el numeroso concurso de fieles que llenaban no solo las anchas naves de la Iglesia coma sino también sus espaciosas tribunas se cantó un solemne Te Deum en Acción de Gracias e inmediatamente después, el clero, autoridades y gran número de distinguidas personas de la localidad, previamente invitados por el señor alcalde pasaron al hermoso salón del ayuntamiento donde fueron obsequiados con refrescos, licores, pastas y ricos habanos costeado todo por el ayuntamiento, testimoniando así la parte tan íntima que tomaba en la gente general satisfacción que embargaba a todo el pueblo.



Interior Iglesia de San Sebastián.

Antes de pararse los invitados al refresco, tomó uso de la palabra el referido señor arcipreste, para felicitar al señor cura por el celo que ha demostrado en las obras de la reparación del templo y al ayuntamiento y vecinos de la población por su cooperación a una obra tan cristiana y social y por su religiosidad y compostura que le honra en todos los actos religiosos.

En medio de la general alegría que se revelaba en todos los semblantes, se cernía como nube siniestra que nublaba hoy en gran parte el gozo de muchos, con el recuerdo del que por muchos años fue nuestro querido párroco don Francisco Madrid, quien por su celo, su sabiduría y su carácter franco y generoso merecía con justicia la estimación y entrañable afecto con que todas sus feligreses le distinguían, y recordando en este día solemne el interés con que dicho señor organizó y principio los trabajos de la restauración del templo, que no ha visto terminada por haberlo arrebatado de entre nosotros la muerte inexorable. Dios le haya premiado su religioso celo en la gloria coma como lo hemos pedido los que tuvimos la honra de ser sus feligreses”.



Boceto de la torre a construir en la Iglesia de
San Sebastián de Torrecampo.