miércoles, 8 de octubre de 2025

Yacimientos arqueológicos en el término municipal de Torrecampo.

 

    


Restos de muros del Castillo Almogávar.


    El término municipal de Torrecampo ha desempeñado a lo largo de la historia un papel  fundamental en las comunicaciones y en la economía de la península ibérica. Escoriales de mineral, puentes de época romana y numerosos asentamientos salpican su extensa geografía. Son yacimientos poco estudiados, si bien son objeto de numerosas visitas de curiosos y personas interesadas por la arqueología. Su tardía protección a nivel institucional y su nula vigilancia han ocasionado importantes expolios en los yacimientos que dificultan enormemente su estudio.

     La relevancia de los yacimientos arqueológicos documentados en el término municipal de Torrecampo fue oficialmente reconocida por la Resolución de 11 de diciembre de 2003 de la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía, mediante la cual se dispuso la inscripción colectiva, con carácter genérico, en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz de un conjunto de 138 enclaves arqueológicos localizados en distintos municipios, Torrecampo entre ellos.

    Esta resolución, dictada en aplicación de la Ley 1/1991, de 3 de julio, del Patrimonio Histórico de Andalucía, y del Decreto 4/1993, que regula la organización administrativa del patrimonio histórico andaluz, se enmarca en la política autonómica de tutela, enriquecimiento y difusión del patrimonio cultural. Su objetivo fue garantizar la protección jurídica y científica de una amplia red de asentamientos rurales, estructuras hidráulicas, necrópolis y recintos amurallados que constituyen una valiosa muestra de la ocupación humana continua en esta parte del norte cordobés.

     En el caso específico de Torrecampo, los enclaves incluidos en el catálogo destacan por su diversidad cronológica y tipológica, con testimonios que abarcan desde el Calcolítico y la Edad del Bronce hasta épocas romana, altomedieval y bajomedieval. La resolución subraya que, en la comarca de Los Pedroches, los hallazgos más característicos corresponden a necrópolis medievales con tumbas excavadas en la roca, expresión singular de las costumbres funerarias locales y de las formas de poblamiento en el contexto serrano.

     La inclusión de estos yacimientos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz implica su reconocimiento como bienes de interés cultural y científico, así como la obligación de su protección urbanística y conservación administrativa. Este reconocimiento no solo refuerza el valor histórico de Torrecampo dentro del conjunto de Los Pedroches, sino que contribuye a la afirmación de la identidad cultural andaluza mediante la investigación, documentación y difusión de su pasado arqueológico.

 

     El objeto de este artículo es dar a conocer la propia existencia de estos yacimientos. que abarcan desde época romana hasta la alta edad media (Siglos I a XII). Su divulgación, estudio y aprovechamiento suponen un valor añadido al potencial turístico de Torrecampo y Los Pedroches.

 

 


 

1.     Castillo de Almogávar*.

 

*Declarado Bien de Interés Cultural (BIC)/BOE NÚMERO 155 de 29 de junio de 1985.

Otras denominaciones: Mogábar; Castillo de Almogábar; Castillo Almogabar; Castullo de Mogábar.

El Cerro Mogábar se sitúa en una pequeña cordillera alargada en sentido norte-sur de 706 metros de altitud máxima en su pico más alto y similar longitud, situado en un amplio valle ondulado de colinas. Posee un espectacular dominio del entorno, con menor altitud, así como de las vías de comunicación entre el Campo de Calatrava-Valle de Alcudia y el Valle de Los Pedroches.

Constituye uno de los yacimientos histórico-arqueológicos más interesantes y menos conocidos de la comarca de Los Pedroches. Declarado Bien de Interés Cultural en 1985, el sitio aún espera una excavación sistemática que permita rescatar toda su riqueza material y simbólica.

El conjunto de ruinas se compone de tres núcleos perfectamente diferenciados: un castillo, una villa amurallada y un arrabal al sur de ambos, en la ladera de acceso a éstos.
El primero, de unos 35 metros de extensión, forma un pequeño recinto en la cúspide extrema del Oeste de la villa. De él se conservan lienzos de murallas de mampuesto sin cal de casi un metro de altura en los lados Norte y Sur, así como las partes bajas de dos grandes torres - una rectangular y otra circular - que constituían las defensas de separación entre el castillo y la villa.
La villa amurallada ocupa una extensión aproximada de una hectárea. Se encontraba fortificada en todo su perímetro con muralla de mampuesto de la que aún quedan amplios testigos. La puerta de ingreso estaba situada en el costado sur. También pueden verse casi a ras del suelo las alineaciones de las calles y casas de la población, pudiéndose recomponer con relativa facilidad alguna de sus plantas. Su extensión y organización permiten hablar de una población estable.
En 1155 el rey Alfonso VII conquistó Pedroche y Santa Eufemia, después de tomar Calatrava, señalando en un privilegio de esta Orden, veinticuatro años más tarde, los límites de su territorio, citándose uno de ellos "al castillo que se llama Murgaval", es decir, el castillo de Mogábar. Tras la conquista de Córdoba por Fernando III, el castillo de Mogábar no aparece en las donaciones hechas por el rey, posiblemente porque ya había quedado abandonado, en opinión de E. Márquez Triguero.
Según Nieto Cumplido, por su situación estratégica - posee un espectacular dominio de las vías de comunicación entre el Campo de Calatrava - Valle de Alcudia y el Valle de Los Pedroches -, este castillo debió de desempeñar un papel importante en las comunicaciones de la Meseta con Andalucía por esta ruta.
Ante la ausencia de excavaciones resulta difícil precisar si el asentamiento y la necrópolis son de la misma época. Los muros emergentes apoyan sobre alguna tumba de lo que se deduce que se trata de construcciones posteriores.
Ante la falta de excavaciones resulta difícil precisar si el asentamiento y la necrópolis son de la misma época. Los restos de muros que se localizan junto a las tumbas podrían ser posteriores.

Finalmente, en la ladera sur de la villa y en plano inferior pueden apreciarse los vestigios informes del arrabal, formando un conjunto de ruinas de difícil identificación. Su extensión sugiere un uso habitacional o comercial.

Entre los materiales recuperados destacan fragmentos cerámicos islámicos (siglos X-XII) de estilo nazarí y califal, vidrios y restos metálicos como puntas de flecha. También se han detectado restos visigodos y altomedievales, lo que demuestra la ocupación continuada.

Datos históricos

Según Juan Ocaña, Esteban Márquez y Juan Prada, por similitud en los nombres el Castillo de Almogávar se debe de corresponder con el antiguo núcleo denominado Galla, citado en la Hitación de Wamba y en la crónica del Rey Sabio: "El Obispado de Córdoba tenga desde Pared fasta Ubeta e de Galla fasta la Rana". 

Este núcleo servía de límite a los obispados de Córdoba y Oreto (Almagro) en época visigoda. La asimilación se hace en virtud de que el término Galla precedido del artículo significa Alcalá, es decir, fortificación, por lo que A. Blázquez fue el primero en asociar Galla con Almogávar, como indica Ocaña. 

En el lugar han aparecido no sólo restos romanos como poblados, tumbas e inscripciones, sino también restos materiales desde el Calcolítico hasta la Baja Edad Media ininterrumpidamente. Es particularmente llamativa la presencia de sarcófagos romanos antropoides exentos o tallados en la roca granítica viva, cuya cronología exacta se desconoce. 

Asimismo, Márquez y Prada, siguiendo la descripción hecha por al - Idrisi y la antigua opinión de Saavedra (recogida por Ocaña), identifican los restos de este castillo con los de la población islámica de Gafiq, tanto por su ubicación como por su topografía. Según el mencionado geógrafo árabe, "el que partiendo de Córdoba quisiera ir a Toledo, ascenderá al monte de Arlis, once millas; de allí a Dar al-Baqar, seis millas. De allí a Pedroche... De Pedroche a Gafiq siete millas. Este último fuerte es lugar de refugio; sus habitantes son bravos, atrevidos, emprendedores. A menudo, cuando los cristianos han hecho una excursión al país de los musulmanes, éstos encomiendan a los habitantes de este fuerte el cuidado de alejarlos del país y quitarles el botín, del cual se han apoderado también los cristianos, que conociendo el valor y bravura de los habitantes de Gafiq, se mantienen cuanto pueden a distancia de este fuerte y evitan aproximarse a él. De allí a Gebel Afur...". 

No obstante, la mayor parte de los investigadores modernos, entre los que se incluye el propio J. Ocaña, tienden a asociar dicha población de Gafiq con el actual Belalcázar, que en la Baja Edad Media se denominó Gahet o Gahete, considerando algunos, como Nieto Cumplido, que el nombre árabe de Almogávar o Murgaval fue el de Burg Wabo al-Malaha.

Hasta ahora lo único que desde el punto de vista histórico parece claro sobre el castillo de Almogávar es que, como indica su nombre y sus características, es una fortaleza islámica, pero cuyos avatares históricos principales desconocemos.

Quizás su denominación guarda relación con el vocablo al-mugawar, que significa "el que hace algaras o correrías", de donde derivó el nombre de almogávar y almogávares, antiguos campesinos arruinados de Cataluña y Aragón que se convirtieron en mercenarios empleados de manera irregular para hacer correrías en el territorio enemigo.

Según Ocaña, estos mercenarios se apoderaron de castillos pedrocheños como Murgaval (Mogábar), Pedroche, Santa Eufemia y Belalcázar, jugando luego un importante papel en la conquista cristiana de Córdoba.

El Castillo de Almogávar es un testigo silente de milenios de historia. Su abandono institucional contrasta con la riqueza que encierra bajo sus piedras. La comunidad investigadora, así como las administraciones locales y autonómicas, tienen ante sí la responsabilidad de proteger, estudiar y divulgar este patrimonio singular que podría aportar claves esenciales sobre la ocupación del norte de Córdoba desde la Prehistoria hasta la Edad Media.

 

2.     La Nava.

Parcelas catastrales: Polígono 24, parcela 20.

Descripción: este yacimiento también se denomina Casilla de la Lata. Está formado por los restos de un asentamiento de época romana y por estructuras funerarias medievales excavadas en la roca.

En este lugar se encuentran 5 sepulturas excavadas en la roca y restos de un pequeño asentamiento. El material cerámico es muy escaso y poco definitorio, cerámica común e industrial (ladrillos y tégulas). Se encuentran también restos de muros y edificaciones, algunas de las cuales apoyan sobre las tumbas.

Grupo de tumbas excavadas en roca.


 

3.       Haza de las Animas (I).

Otras denominaciones: Peñón del Obejuelo.

Parcelas catastrales: Polígono 24, parcela 19 a, b y c.

Descripción: este yacimiento se adscribe al período medieval y está compuesto por un asentamiento y un área de necrópolis con tumbas excavadas en la roca.

Sobre un elevado canchal de granito se encuentran 9 tumbas excavadas en dicha roca, dos de ellas infantiles. También hay restos de un pequeño asentamiento. El material cerámico es muy escaso y poco definitorio (ladrillos y tégulas). Junto a las tumbas se localizan varios muros y estructuras de difícil adscripción cultural.

 

Tumbas de niño y adulto.


4.     Haza de las Animas (II).

Parcelas catastrales: Polígono 24, parcela 19 a.

Descripción: asentamiento medieval de reducidas dimensiones y restos de tumbas excavadas en la roca (3), una de ellas perteneciente a un niño.

Es difícil precisar si tanto el asentamiento como la necrópolis corresponden a la misma época.

 

Cañada del Trillo.

Parcelas catastrales: Polígono 33, parcelas 108 y 114. 9005.

Descripción: asentamiento de pequeña extensión de época romana donde se identifican diversos tipos de materiales de construcción, como ladrillos y tégulas.

 

6.     Cercado de las Norias.

Parcelas catastrales: Polígono 33, parcelas 115 y 116.

Descripción: el material cerámico indica que se trata de un asentamiento del período romano. También se han hallado tumbas medievales excavadas en la roca.

 

La Cruz Chiquita.

Parcelas catastrales: Polígono 35, parcelas 214 y 215.

Descripción: asentamiento romano con materiales cerámicos escasos y dispersos.

 

8.     Huerta de los Álamos.

Parcelas catastrales: Polígono 33, parcela 112. Camino de Pedroche.

Descripción: pequeño asentamiento del período romano con restos de escorias de fundición.

 

9.     La Pelicarda.

Parcelas catastrales: Polígono 25, parcela 105.

Descripción: restos de estructuras de cronología indeterminada, a base de grandes bloques asentados en seco. El material cerámico es muy escaso y poco representativo, razón por la cual resulta difícil establecer un período histórico concreto.

 

Epitafio procedente del poblado de La Torre.

1    La Torre.

Parcelas catastrales: Polígono 17, parcelas 3 a y 5 d.

Descripción: asentamiento perteneciente a la Alta Edad Media donde se han documentado restos materiales visigodos.

Asentamiento de mediana extensión en el que aún se aprecian restos de muros que conforman viviendas y otras dependencias. El material cerámico es muy escaso y poco definitorio (cerámicas comunes, ladrillos y tégulas). De aquí proceden varios hallazgos de época visigoda tales como una hebilla de cinturón y una pequeña columna de pizarra. Hay que destacar un epitafio funerario del presbítero Rufo, datado en el año 950.

 

11 Laguna del Ladrillar.

Parcelas catastrales: Polígono 3, parcelas 230, 234 y 237.

Descripción: asentamiento romano detectado por su material cerámico y constructivo disperso en superficie.


Las Coronadas.

Parcelas catastrales: Polígono 9, parcelas 71 a, b y c, 72 a, b y c, 73 y 76.

Descripción: este yacimiento se corresponde con los restos de una villa romana documentada por su material disperso.

Asentamiento de mediana extensión que podría corresponder a una villa de época romana. En superficie abundan los restos cerámicos de tipo industrial, tales como ladrillos, imbrices y tégulas.

 

1   Las Valquemadas.

Parcelas catastrales: Polígono 13, parcela 1 a.

Descripción: se trata de un conjunto de tres sepulturas excavadas en la roca granítica.

 

Esta breve entrada no pretende ofrecer un estudio científico exhaustivo, sino una aproximación divulgativa que subraye la relevancia patrimonial de los yacimientos arqueológicos de Torrecampo. Aun con las limitaciones propias de este formato, quiere servir como llamada de atención a investigadores, instituciones y autoridades para que impulsen nuevas prospecciones, estudios y proyectos de conservación. Solo mediante la investigación rigurosa, la difusión responsable y la puesta en valor de estos enclaves podrá consolidarse el conocimiento de un pasado que complementa de forma admirable el magnífico ecosistema de dehesa que caracteriza al entorno de Los Pedroches.

 

Información Bibliográfica

MARQUEZ TRIGUERO, Esteban. Historia de la villa de Torrecampo, Córdoba.1993.

MARQUEZ TRIGUERO, Esteban. Sepulturas antropoides del valle de los Pedroches. 1985.

Resolución de 11 de diciembre de 2003 de la Dirección General de Bienes Culturales, por la que se resuelve inscribir colectivamente, con carácter genérico, en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz,138 yacimientos arqueológicos de los términos municipales de Nueva Carteya, Cañete de las Torres, Bujalance, Torrecampo, Conquista y Pedroche (Córdoba)

Información documental

Archivo de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de Córdoba. Actualización y Revisión del Inventario de Yacimientos Arqueológicos de Andalucía 2001. Las Valquemadas, 2001.

No hay comentarios: