La climatología, en general, fría y seca de la llanura de Los Pedroches, convierte en algo inusual y llamativo numerosos rincones naturales torrecampeños, en épocas en las que,como la actual, el cielo ha llenado nuestra tierra de agua en abundancia. Las estampas que ofrecen estos rincones distan mucho de su imagen durante la mayor parte de año. La naturaleza despierta y se revela como si quisiera decir un "aquí estoy yo".
En estos días en los que el temporal de lluvia parece haber remitido y las tardes son algo más largas,merece la pena visitar estos lugares, por puro placer o por mitigar el estrés de lo cotidiano.
Arroyo de La Jurada,aguas abajo, en el paraje del Pozo de la Perra.
La señalización ,llevada a cabo por el Taller de Educación Ambiental,
te invita a visitar algunos lugares.
Vista del Pozo de la Villa, con el nivel del agua a ras de tierra.
La laguna de Cobos, se convirtió en tal debido al oficio de los tejadores,
sacando barro para la fabricación de tejas.
En ella encuentran refugio y alimento algunas aves
como patos y cigüeñas.
Justo enfrente,al otro lado de la carretera,
perviven los restos del antiguo tejar,
semienterrado y cubierto de jaramagos,
testigo aún de un importante
capítulo de la economía torrecampeña hasta los años sesenta.
Tomando el desvío a la derecha del camino del Porrejón,un pequeño arroyo,el de Los Chorreros, afluente del Guadamora,
ofrece, por sorpresa, una estampa bellísima.
Los Chorreros: Un salto de agua de apenas tres metros, nos ofrece
una preciosa estampa digna de admirar y contemplar.
Guadamora a su paso por el Santuario de la Virgen de Veredas.
Tras la bendición de Nuestra Patrona, Guadamora
busca refugio en el fronterizo Guadalmez.
Vista del Río Guadalmez,aguas abajo, por la carretera de San Benito.(Foto de Leo López)